1. EL COMERCIO
COMO FENÓMENO ECONÓMICO
Desde el punto de
vista económico y en sentido amplio, el comercio tiene por objetivo el cambio
de bienes o servicios que están en el dominio de los hombres y que son
necesarios para la satisfacción de las necesidades humanas.
Tradicionalmente
se ha situado al comercio en el capítulo de la Economía Política referente a la
circulación de la riqueza, pues mediante la actividad comercial se produce la
movilización de los bienes, que pasan de unas manos a otras. Se ha advertido en el comercio un doble aspecto:
uno de índole objetiva, consistente en
la realización de los actos de mediación, y otro de índole subjetiva,
consistente en el propósito o ánimo de lucro que persigue quien realiza la
función de mediador.
2. APARICIÓN,
DESARROLLO E IMPORTANCIA DEL COMERCIO
El cambio de
bienes como medio de satisfacer las necesidades humanas existe desde que se
inicia la relación social, cuando el hombre advierte la dificultad o la
imposibilidad de producir determinados bienes que otros poseen y que puede
adquirir cambiándolos con aquellos de que dispone. Aparece, así, la forma
primitiva del trueque y aunque en ella no hay una función de mediación, existe
el intercambio de unos bienes por otros.
Con el transcurso
del tiempo, a medida que se amplía la vida de relación y se hace necesaria la
división del trabajo, determinadas personas se dedican a la actividad de
mediadores en el cambio de bienes, de la que hacen su ocupación habitual con el
incentivo de obtener un beneficio.
La necesidad de
facilitar el intercambio cada vez más creciente origino la aparición de
determinados elementos que, junto con otros factores, han contribuido a
impulsar el comercio.
Para establecer
la equivalencia entre los bienes objeto de cambio se crearon las pesas, las
medidas y la balanza. Para evitar las dificultades del cambio directo se
invento la moneda, como medida de apreciación común del valor de las cosas. Sus
características de poco peso, facilidad de manejo y posibilidad de
conservación, generalizaron su uso, dando agilidad a las transacciones.
Las comunidades
entre los pueblos, cada vez más intensas y frecuentes, se ensancharon con los
descubrimientos geográficos que incorporaron nuevas áreas a la actividad
comercial. Mediante los descubrimientos científicos se aplicaron las fuerzas de
la naturaleza a los medios de comunicación, lo que permitió cubrir las
distancias en tiempo cada vez más breve. La frecuencia en los tratos y el
conocimiento de las personas fomento la confianza, base del crédito, que
promovió la movilización de la riqueza en forma creciente sin disponer de
dinero.
El espíritu de
asociación, que lleva a los hombres a unir sus esfuerzos para alcanzar
objetivos comunes o imposibles de lograr por la acción individual, tuvo sus
primeras manifestaciones en las caravanas formadas por comerciantes que se
unían para afrontar juntos los riesgos de largos y peligrosos trayectos y ha
culminado bajo las formas jurídicas de las sociedades comerciales, que en
nuestros días han tomado a su cargo las más importantes empresas y que el
propio Estado ha utilizado para actuar en el campo económico con la rapidez
eficiencia y facilidad que exigen las actividades económicas.
Los factores de
incertidumbre originados por la realización de determinados eventos ajenos y
superiores a la voluntad del hombre y la frustración de empresas o beneficios
como consecuencia de estos hechos, determinaron la necesidad de descartar sus
efectos dañosos por medio de compensaciones previstas de antemano, dándose
origen al seguro, que permitiría intentar múltiples empresas sin el temor de lo
incierto.
Numerosas
actividades han ido generando los negocios más variados, como son los de
transporte, banca, depósito, prenda, etc., que han ensanchado el ámbito
mercantil y han dado origen a diversas figuras jurídicas. La importancia que ha
tenido el comercio en el curso de la historia se ha acentuado en el mundo de
nuestros días, en el que se le considera no sólo como un medio de satisfacer un
propósito de lucro sino como elementos promotor de relaciones más justas,
orientadas hacia objetivos de bien común y que en el ámbito internacional
propende a suprimir el desequilibrio económico entre los países prósperos y los
de menor desarrollo, a fin de que estos puedan elevar su nivel de vida.
3. CLASIFICACIÓN
DEL COMERCIO
La actividad
mercantil suele clasificarse según diversos criterios.
Por razón de las
personas que intervienen en el comercio, este puede ser público o privado,
según si intervienen en la relación comercial el Estado o los particulares.
Esto no descarta, desde luego, que en el comercio entre particulares hay
siempre un interés público que obliga la intervención del Estado. Ello ocurre
tanto en el comercio internacional entre comerciantes de unos y otros países
como en el comercio interno, para impedir maniobras de acaparamiento o
especulación que atenten contra el interés general. La posición del Estado
frente a la actividad comercial ha originado la división de criterios entre
librecambistas e intervencionistas.
En relación con
el medio de comunicación de que se vale el comercio, puede clasificarse en
terrestre, marítimo o aéreo, quedando comprendido dentro del comercio marítimo
el que se desarrolla a través de ríos o lagos. La importancia y las
características especiales que revisten a las dos formas últimamente
mencionadas han determinado que se reconozca por muchos tratadistas las
existencias de una rama autónoma del derecho denominado Derecho de La
Navegación. Tanto el comercio marítimo como el aéreo se subdividen en comercio
externo y de cabotaje, según se realice entre puertos o aeropuertos de
distintos países, o de un mismo país. Y, a su vez, el comercio de cabotaje
puede ser directo o indirecto, si se realiza en buques o aeronaves de la misma
nación, o de otros países.
De acuerdo al
volumen o importancia de las relaciones mercantiles, el comercio se clasifica
en mayorista o minorista, según si se trata de expendio a otros comerciantes
que adquieren las mercaderías en grandes cantidades para la reventa, no siendo,
en consecuencia, necesario contar con establecimientos abiertos al público, o
si, como ocurre en el comercio al por menor, las transacciones se hacen por
unidades, siendo necesario contar con tienda o almacén.
También se alude
a un comercio de tiempo de paz y a un comercio de tiempo de guerra, dadas las
características que revista esta actividad, según la época en que se
desarrolla.
Asimismo, el
comercio puede ser de exportación o importación, según la procedencia de las
mercaderías, o sea, si salen del país o si son introducidas en él.
Existen otras
clases de comercio cuya importancia resulta secundaria en orden a las
relaciones jurídicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario